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“ReCorriendo“ Panamá

Maratón Internacional de Panamá 2023

 

«Quien completa un maratón en Panamá, corre maratón en cualquier lugar del mundo».

 

Por Rubén Lorenzo – Atlético Pucela – Valladolid (España) Tenía que viajar a Panamá por trabajo y cuando leí que mi viaje coincidía con la celebración del evento de running más importante del año en Panamá, su maratón internacional, mis ganas de disputarlo se dispararon.

 

No eran las mejores fechas porque apenas quedaban dos meses para la celebración y la preparación iba a ser muy justa. Además, todavía estaba saliendo de una lesión muy importante y enfrentarme a una carrera tan larga me generaba muchas dudas. Correr por primera vez en Centroamérica, en un país hermano, me hacía tanta ilusión que decidí empezar la preparación de inmediato. Mi rodilla se comportó razonablemente bien, y un poco antes de coger el avión, me inscribí.

 

Dos años después de romperme el menisco, de que algún traumatólogo me dijera que no había nada que hacer y que tenía que dejar de correr definitivamente, estaba apuntado de nuevo a una maratón. La Maratón de Panamá iba a ser la 11ª maratón que corría en mi vida. Sin embargo, para mí volvía a ser la primera. Iba a correrla con las mismas dudas con las que corrí la primera, con la misma o más ilusión, y con un montón de incógnitas y recuerdos en la cabeza.

 

Según me bajé del avión ni el desfase horario, ni la duración del viaje me habían quitado un ápice las ganas de ponerme las zapatillas y empezar a correr por Panamá lo antes posible. Primer destino la Cinta Costera y el casco histórico. No había amanecido cuando salí a conocer la ciudad. Una de las cosas que más me gusta de correr es conocer un sitio nuevo a golpe de zapatiIla. Me permite unir dos de las actividades que más me llenan. En el hotel me advirtieron que, debido a la situación de protestas originadas por los contratos mineros, tuviese cuidado si veía algún bloqueo. Ese día todo estaba muy tranquilo y pude descubrir el precioso paseo con jardines y carril bici que trascurre paralelo al Pacífico camino de la parte antigua.

 

 

Esa primera trotada la disfruté mucho. Veía el casco histórico al fondo, los rascacielos, los puestos de jugos y el ambiente deportivo con tanta gente corriendo y en bici. Estaba eufórico, pero no habían pasado ni cinco minutos, cuando me di cuenta de que… ¡Dios mío el calor que hace en Panamá y qué humedad! Estaba tan mojado como si me hubiese metido en el océano que tenía a mi lado.

 

Esto de correr por Panamá iba a ser toda una experiencia… la estrategia de carrera, de marcas, ritmos, etc, que había estado preparando en España con Rubén, el “Presi” del Atlético Pucela, se dio de bruces con el clima caribeño. Y qué más daba. Estaba callejeando por el casco, descubriendo sus plazas coloniales, sus callejuelas repletas de antiguos palacios, sus pequeñas playitas. Ya veremos el maratón. De momento, a disfrutar.

 

 

 

El resto de los días que salí a correr comprobé lo variado del clima panameño. En la misma jornada podías empezar con nubes, después un sol abrasador y en minutos caía una tormenta que en España se habría considerado casi histórica. Pero como estábamos a 30 grados, pues como que se agradecía cuando llovía.

 

El sábado era el día de recoger el dorsal en el hotel Intercontinental Miramar donde también se situaría la salida y la meta. Nada más entrar me encontré con otro corredor que llevaba puesta la camiseta de la Maratón de Vitoria ¿Español? Era Fernando Revuelta, de Siempre Running.

 

Entrega de kits en el hotel Intercontinental Miramar

 

Panamá es fascinante por su patrimonio, su naturaleza y su gente, pero también porque es un cruce de caminos y culturas que hace que encontrarte con personas de todas las partes del mundo sea la regla y no la excepción.

 

Así que coincidir con un español no es raro allí. Pero una cosa es que sea español, y otra que vengamos de la misma ciudad, Valladolid, y que hubiese fundado el Club de Triatlón de Pucela, el Tripi. Para qué más, … hablamos de Pucela, de Panamá y de lo que se avecinaba mañana. Se me quedaron grabados los 12 toboganes del final. Nos citamos para el día siguiente. Él iba a retransmitir la maratón en streaming y nos veríamos por el trayecto.

 

El calor me tenía bastante preocupado. Aunque la maratón comienza a las 4:30 de la mañana, la previsión vaticinaba a esa hora 25 grados y una humedad del 97 %. Decidí prescindir de la ropa de correr de verano que traía de España y que en el tapering panameño me había parecido super abrigada y me compré una nueva equipación más “ventilada”. Vamos, justo lo que no hay que hacer, estrenar en la maratón. Llegó el día de la carrera, o la noche más bien.

 

No había mucha gente porque las distancias con más participación salían después, pero el ambiente era de fiesta del running y se notaba. Yo estaba sudando bastante y todavía no había empezado a correr. Para mi sorpresa vi a atletas con manguitos y perneras. Está claro que cuando eres caribeño no tienes miedo al calor.

 

Corriendo a las 4:35 am por la Cinta Costera (Foto TROIS)

 

La carrera comenzó y antes del kilómetro 3 ya había agua fresca en bolsas. La organización nos avitualló cada poco y en todos los puestos bebí y me refresqué tratando de bajar la temperatura corporal. El objetivo número uno era no deshidratarme y seguro que nunca he bebido tanto en una maratón.

 

Las bolsas de agua eran nuevas para mí y me gustó la experiencia. Los primeros 26 kilómetros transcurren en un trayecto de ida y vuelta por la costa y la calzada de Amador, una franja de tierra que une la ciudad con 4 islas y que se construyó con parte del material que se extrajo durante la construcción del Canal de Panamá. Nunca había corrido una maratón, ni ninguna carrera, en estas condiciones de calor y humedad, así que fui conservador.

 

Creo que esta parte del recorrido son las mejores vistas que puedes tener de la ciudad así que, todavía con mucho respeto por la carrera, disfruté de las vistas del océano, del casco histórico y, ya de vuelta, de los rascacielos de Panamá. Verlos de noche, y notar que mi cuerpo respondía, me hizo empezar a sentirme muy a gusto. Me sorprendió que el tráfico solo estaba parcialmente cortado y los coches y las bicis pasaban a tu lado, pero no hubo ningún problema.

 

Hice grupeta con un atleta panameño y otro estadounidense y fuimos a relevos casi hasta la media maratón. Por ahí estaba Fernando grabando. ¡Vamos Valladolid! Quedaba poco para pasar por la zona de meta por primera vez y comenzaba a amanecer. Allí estaba mi gente animándome y esos gritos te llevan al cielo ¡Vamos! Solo faltaban 16 kilómetros y empezaban los toboganes. Esta parte es la más dura en cualquier maratón, pero en Panamá debía ser canela fina.

 

 

Estaba rodeado de la marea humana de los corredores de los 5 kilómetros. Competir tan acompañado después de la noche fue todo un cambio que se agradeció. La carrera discurrió entonces en dirección a Panamá Viejo por una avenida jalonada de edificios enormes. Benditos sean.

 

La sombra era casi continua y no noté un gran ascenso de la temperatura. Los toboganes se iban sucediendo y el ritmo bajaba, pero no mucho. No estaba deshidratado, me sentía todavía con fuerzas. Los recuerdos se agolpaban en mi cabeza: las imágenes de los 18 meses que habían transcurrido desde la operación de rodilla, los 6 primeros con muletas y con la pierna entablillada.

 

Era todo un número atravesar el pasillo de casa. La frase de Óscar: “Tu próxima maratón empieza cojeando por el pasillo”. Y ahí estaba yo, corriendo otra vez mi distancia favorita, en un país lejano, sintiéndome un poco en casa, con los aplausos y gritos de los desconocidos, de los míos y de los nuevos amigos. ¡Sin dolor! El dolor con el que había convivido tantos meses no estaba.

 

Me acordé de todos los que lo hicieron posible: los doctores Roldán y Baró, Víctor Posada, el fisio que siempre confió en mí, el AtléIico Pucela, ese grupo de amigos que además corren, animándome desde España, Rubén, amigo y confidente de malos y buenos momentos, y compañero de tantos kilómetros. Y, por supuesto, de Silvia, apoyándome y siguiendo, con un poco de preocupación, mi lucha por volver a disfrutar de esta pasión. ¿Calor? ¿Humedad? ¿Cansancio? Mas bien emoción en estado puro, orgullo y ganas de que no terminara. Notaba como corría un paso tras otro hacia la meta, disfrutando el camino, sintiéndome tan afortunado y feliz que los últimos kilómetros se me pasaron volando.

 

 

¡Maratón #11 completada!

 

Vi el final, apreté, brazos arriba y crucé la meta. Ya estaba. Había vuelto a correr un maratón, esta vez en Panamá. Imposible pedir más. O sí. Había quedado el 15 de la general y el 2º de mi categoría. Iba a subir al pódium en Centroamérica representando al AtléIico Pucela e iba a compartir ese pódium con un atleta que fue olímpico en Sídney en maratón representado a Venezuela.

 

 

En el podio de la categoría+50 junto a José Semprún (Foto TROIS) Menuda experiencia. Menudo Maratón. ¡Gracias Panamá! Nota de la redacción: Enhorabuena Rubén, un placer haberte conocido y sabes que en Panamá ya tienes unos amigos para siempre. La próxima vez nos vemos en Pucela comiendo unas patatas bravas en la Mejillonera.

 

 

 

 

 

 



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